7/6/09

Italo Svevo revisitado

Hace poco, Ever Román me hizo pensar en Italo Svevo (1861-1928). Me contó que andaba leyéndolo bastante y yo recordé que en algún momento del 2001 también lo leí con interés. Claro, a estas alturas Ever ha leído ya varios libros del autor triestino, mientras yo solo conozco La conciencia de Zeno (1923). Hace unos minutos saqué mi ajado ejemplar del estante y me puse a realizar una actividad que de vez en cuando hago con cierto afán autoincriminatorio: leer las partes subrayadas. Me encontré con el visionario talento epigramático de Svevo, con mis intereses personales de casi una década atrás; me reí de mí mismo al leer algunas frases marcadas como si fueran momentos iluminadores y que hoy son más bien cajitas vacías sin ningún sentido especial.
No sé si alguna vez volveré a leer a Svevo. De todas formas, creo que me será difícil olvidar el primer capítulo tiulado "El tabaco" (que el cuentista peruano Julio Ramón Ribeyro considera uno de los pocos homenajes dignos en la historia de la literatura al vicio y el placer de fumar), ignorar el cinismo entusiasta de Zeno Cosini y su fanatismo pequeñoburgués por las mujeres y el arte. Transcribo un par de aquellas frases subrayadas (¡con bolígrafo rojo y ayudado por una regla, según veo!). La traducción es de Carlos Manzano (Bruguera, 1982).

"Creo que el cigarrillo tiene un gusto más intenso cuando es el último. También los otros tienen un gusto especial propio, pero menos intenso. El último recibe su valor del sentimiento de la victoria sobre uno mismo y de la esperanza deun próximo futuro de fuerza y de salud. Los otros tienen su importancia, porque, al encenderlos, manifiestas tu libertad y el futuro de fuerza y de salud subsiste, pero se aleja un poco".


"Libertad completa es la de poder hacer todo lo que se quiere a condición de hacer también algo que no gusta tanto. La auténtica esclavitud es la condena a la abstención: Tántalo y no Hércules".


"La palabra en la noche es como un rayo de luz. Ilumina un retazo de realidad ante el cual se desdibujan las construcciones de la fantasía".


"Las lágrimas no expresan dolor sino su historia".


"Ya no era posible adorar a Carla por un breve período del día y después odiarla durante veinticuatro horas seguidas, y levantarse todas las mañanas, ignorante como un recién nacido, para vivir el día, tan semejante a los anteriores, para sorprenderse de las aventuras que aportaba y que debería haber sabido de memoria. Eso ya no era posible. Se me presentaba la eventualidad de perder para siempre a mi amante, si no sabía dominar mi deseo de librarme de ella".


"Yo protestaba, pero Bach avanzaba seguro como el destino. Cantaba en lo alto con pasión y descendía a buscar el bajo obstinado, que sorprendía aun cuando el oído y el corazón lo hubiera previsto: ¡el momento justo! Un instante después y el canto se hubiera desvanecido y la resonancia no habría podido alcanzarlo; un instante antes y se hubiera superpuesto al canto y lo hubiera ahogado. Pero a Guido no le sucedía eso: no le temblaba el brazo ni siquiera al enfrentarse a Bach y eso era una auténtica inferioridad".