26/9/15

Los nenúfares de Edgar Allan Poe y su travesía americana

Edgar Allan Poe. Autor del relato "El silencio. (Una fábula)".
La palabra fue usada y abusada por los modernistas del siglo XIX: nenúfar. Venía, es claro, de las venas de Baudelaire y Mallarmé, quienes escribieron poemas en donde abundaba esa palabrita. Es muy probable que la misma fuera mucho más popular en su original francés, nénuphar, que en el castellano del siglo XIX. Pero estoy casi seguro, también, de que fue un poeta romántico estadounidense, Edgar Allan Poe, el responsable de que la misma se extendiera en la poesía francesa simbolista primero, y luego en la americana modernista. (Si no me equivoco, la expresión que en castellano se prefería y se sigue prefiriendo en América es “victoria regia”, y en Paraguay simplemente es más conocido en guaraní: “yrupe”).
Esto sucedió, creo, porque Baudelaire había traducido al autor de “Annabel Lee”. Yo conocí esa palabra gracias a Poe precisamente, y no a los modernistas ni a los simbolistas. Recuerdo el año: 1997. Fue gracias al poético cuento “El silencio (Una fábula)”, de 1837, traducido por Julio Cortázar. Todavía recuerdo cuando lo leí en una emisión radial que teníamos con la Sociedad Literaria Metáfora, allá por fines de 1999, en la radio comunitaria “Ara Pyahu” que funcionaba en la Cooperativa de Luque.
Charles Baudelaire. Traductor al francés del cuento.
En ese relato Poe había escrito: “For many miles on either side of the river's oozy bed is a pale desert of gigantic water-lilies”. El autor de Rayuela tradujo: “A lo largo de muchas millas, a ambos lados del legamoso lecho del río, se tiende un pálido desierto de gigantescos nenúfares”. Baudelaire había traducido antes: “De chaque côté de cette rivière au lit vaseux s'étend, à une distance de plusieurs milles, un pâle désert de gigantesques nénuphars”. “Lila de agua” es la traducción literal del término usado por Poe y, de hecho, también se le dice así a la planta. Sospecho que Cortázar tenía a la vista la traducción de Baudelaire cuando tradujo el relato, además de la todavía fresca memoria de su uso por parte de Rubén Darío y los suyos.
He investigado un poco, y el origen de la palabra es árabe, migrada al castellano por medio del dialecto andalusí. Sin embargo, los botánicos (desde 1809, cuando el británico John Smith nombró a este género de ninfeáceas) usaron un término más acotado, “nuphar”, porque “núfar” era la manera en que se decía popularmente hasta que los poetas franceses en ese mismo siglo, al parecer, recuperaron la palabra por medio de una traducción no literal de Poe, y regresó al castellano peninsular por medio, a su vez, del castellano americano con los poetas modernistas.
Julio Cortázar. Traductor al castellano del relato.
Los poetas españoles terminaron utilizándola tanto e indiscriminadamente, que se cuenta que muchas veces no conocían siquiera a qué hacía referencia: solo les gustaba el sonido de embrujo de la esdrújula en su forma plural. Así dice la leyenda que un día el poeta Francisco Villaespesa estaba paseando con Unamuno cuando vio estas plantas en un estanque. Sorprendido, le dijo al autor de Del sentimiento trágico de la vida: “Mire usted, Don Miguel, ¡qué maravilla!, ¡y flotan! ¿qué serán?”. Unamuno respondió con total naturalidad: “Son nenúfares. Esas flores de las que tanto habla usted en sus poemas”.
El libro de Nelson Roura.
En la década del sesenta, el poeta paraguayo fallecido tempranamente, Nelson Roura, publicó Nenúfar del silencio. Ignoro si era conciente de que, según esta teoría que acabo de enunciar, el título de su libro incluía una palabra (nenúfar) contigua a otra (silencio) que hace alusión al origen de la popularidad literaria de la primera: un relato de Edgar Allan Poe traducido por Charles Baudelaire traducido por Julio Cortázar.

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