Szymborska y un ritual hasta la muerte: fumar. |
Nacida en
julio de 1923, esta polaca
adorable, de formas tímidas y
temperamento poético potente, la galardonada con el Nobel de
Literatura, era una
fumadora empedernida aún cuando
ya rosaba las nueve
décadas de vida. Murió, de hecho,
de un cáncer de pulmón. “Una
vez recibí una carta de
varias páginas en la que una
mujer me pedía que dejara de
fumar. Me hubiera gustado
responderle: he ido a tantos
entierros de gente que nunca había
fumado y que era más
joven que yo... Me limité a
decirle que le agradecía que se
preocupara por mí”, le
contó hace tres años a un
periodista de El País,
de Madrid, sin
ningún rictus facial que
denotara el miedo y la certeza
de que moriría de una
afección pulmonar.
Publicó su
primer libro de poemas en
1952, inicialmente seducida
por un realismo marcado por su
cercanía, luego atenuada y
desaparecida, con el
comunismo. Fue distinguida con una
importante cantidad de premios
en su país antes de
ser mundialmente famosa,
hecho este último que siempre le
incomodó un poco.
En
castellano, solo era poeta de
antologías dispersas, y hoy se
cuenta con toda su obra
poética
traducida, incluso la que tiene
escrita en prosa. Dos años
antes del Nobel, su
coterráneo
Krzysztof Kieslowski comenzó a
hacerla conocida en
Occidente, aunque muchos no
se dieron cuenta de ello: en
una escena de Rojo, la primera
de la gran trilogía de
películas formada también por Blanco yAzul, el director de cine
incluyó la lectura de un poema que,
algunos creen, pudo hasta
haber inspirado el filme.
Dice, en una parte, “Amor a
primera vista”: “Los dos pensaron que/ un repentino sentimiento los unía./ Esa seguridad era hermosa/ aún más hermosa que la inseguridad./ Ellos pensaban que no se conocían/ el uno al otro./ Nunca había pasado nada entre ellos./ Estas calles, estos corredores./ ¿Dónde pudieron haberse conocido antes?”.
“Un lugar siempre hay vacío/ de donde qué más fácil que divisar la muerte”, dice en “Monólogo para Casandra” esta Casandra polaca, quien divisó con particular y simple ironía algunos de los temas más importantes del mundo contemporáneo y de cualquier tiempo: el amor, la soledad, la violencia.
Hoy la divisamos desde la vida en esa muerte suya, tranquila y hogareña, que quién sabe si es más vida que la nuestra: otra más desenmascarada por Szymborska con la ironía de hacernos creer que el Réquiem de Mozart suena por ella, cuando probablemente suena por nosotros, ilusos.
“Un lugar siempre hay vacío/ de donde qué más fácil que divisar la muerte”, dice en “Monólogo para Casandra” esta Casandra polaca, quien divisó con particular y simple ironía algunos de los temas más importantes del mundo contemporáneo y de cualquier tiempo: el amor, la soledad, la violencia.
Hoy la divisamos desde la vida en esa muerte suya, tranquila y hogareña, que quién sabe si es más vida que la nuestra: otra más desenmascarada por Szymborska con la ironía de hacernos creer que el Réquiem de Mozart suena por ella, cuando probablemente suena por nosotros, ilusos.
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