23/1/07

Adentro y afuera


A Ella, que escribe y es escrita

Parece que es cierto, escritora-musa. Esta habitación es virtual. Todo lo que sucede aquí dentro está por fuera del guión que marca lo que por convenciones lingüísticas llamamos realidad. Desde que abrís la puerta y entrás, hasta que la cerrás y te marchás, este pequeño recinto se llena de rigurosa irrealidad. Se siente la piel contra la piel, el cigarrillo entre los labios, los versos de César Vallejo leídos en voz alta y ronca, pero toda esa sensación, ahora me convenzo de ello, es irreal. Dejás caer la mano sobre la sábana verde de mi cama; recostás tu cabeza sobre una frazada negra que funge de almohada; te soltás el pelo con gesto cansado (ese pelo que cuando lo tenés recogido me hace pensar en Uma Thurman disputada por dos hombres en Tape, dos hombres que en tu vida podrían ser el bello escritor de poemas encendidos y este que garabatea obsesiones y temores); decís tres o cuatro palabras que rozan la ternura, escapadas evidentemente de tu frialdad cerebral; acariciás las venas henchidas de mis manos; te rendís al asedio populoso de mis labios multiplicados, al soplo cadencioso de mi pecho sobre el tuyo; pero todo es irreal. Todo es una clepsidra o un reloj de arena, agua que se escurre gota a gota, granos de arena de lo inexorable, tiempo de dos caras que se anulan y no se resuelven en una síntesis que me permita decir que lo que sucede aquí es real. Cuatro paredes pueden ser tan herméticas como para desdeñar el rumor de esta ciudad y encerrarnos y convencernos de que el afuera no existe cuando lo que verdaderamente no existe es el adentro.