6/9/11

El cotidiano Twitter y lo literario


Básicamente, el más célebre cuento del guatemalteco Augusto Monterroso tiene 50 caracteres: “Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí”. Poco más de la tercera parte de lo que es posible escribir en Twitter. Tal vez una prueba de que las obras maestras caben en cualquier espacio.

Para mí hay un antes y un después en Twitter al hecho de “seguir” al mexicano Juan Villoro. Me parece que, con el espíritu de Nietzsche y, sobre todo, de Ciorán a cuestas, ha captado perfectamente lo que se puede hacer de literario en esta red social, sin perder profundidad y ganando en ironía y cinismo. Algunos de sus “tuits”: “Lo bueno de la basura orgánica es que es reciclable. Lo malo de los intelectuales orgánicos es que también son reciclables”; o “Tengo un amigo tan culto, que si encuentra una errata cree que es un ‘joycismo’ y si ve un vidrio roto cree que es un ‘Duchamp’ ”. Y así, cientos de genialidades. Hace poco me topé con un “tuit” del músico uruguayo Jorge Drexler. Escribió en 140 caracteres una sextilla sobre qué es escribir en Twitter, casi a la manera de Lope de Vega y su famoso soneto sobre cómo escribir un soneto: “Aquí me pongo a contar/ mis dudas y pareceres/ y para estos menesteres / debo mantenerme atento / y que sumen justo ciento / cuarenta los caracteres”. O esta de un escritor paraguayo y amigo, casi una perfecta crítica literaria cumpliendo el mandato de Borges, releer: “Me gustaba tu cuentística, Juan José Millas. ¿Qué ha pasado? Nada, simplemente tu obra no es compatible con las relecturas”.

Cuando Monterroso escribió su cuento “El dinosaurio” ignoraba, tanto como cuando Borges escribió “El aleph” prefigurando la misma internet, que la llamada “era digital” asimilaría su obra para hacerla más perfecta aún. Si el nuevo soporte sirve, el que sea y al igual que el libro, para transmitir significados y significantes profundos, gracias tecnología.