15/5/12

Real Madrid y Barcelona en dos libros



El sábado próximo Chelsea y Bayern Munich juegan la final de la Champions League. El partido que la mayoría de los hinchas de fútbol esperaba era Real Madrid vs. Barcelona, pero en una demostración atípica de coherencia con la esencia del fútbol, los supuestos mejores equipos no ganaron, cosa que muy difícilmente puede pasar en cualquier otro deporte.

Yo tenía preparado este post para esa final que el morbo de ver (otra vez) frente a frente a Real Madrid y Barcelona, a Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, a José Mourinho y Josep Guardiola,  había convertido en ineludible, pero que Arjen Robben y Didier Drogba se encargaron de relegar a la sola irrealidad de la escritura.

Quería hablar de dos libros que leí en los últimos meses, uno sobre el Real Madrid (o escrito por un madridista), y otro sobre el Barcelona (o escrito por un hincha culé).

El Javier Marías novelista me cae pesado. El columnista no menos. El único que soporto es el cuentista y, sobre todo, el escritor de Vidas escritas, el sagaz observador de un momento decisivo de la vida de los escritores y las escritoras. Aún así, un libro como Salvajes y sentimentales, que reúne textos sobre fútbol (sobre su equipo el Real Madrid, en su mayoría) publicados en la prensa entre los años 1992 y 2000, tiene cosas interesantes. A pesar de cierta pesadez madridista (y aun cuando desde pequeño he sido hincha del equipo de Hugo Sánchez e Iván Zamorano), el libro sirve por lo menos para indignarse con un cierto orgullo monárquico suyo, pero también para ver la angustia de un simple hincha de fútbol que además es novelista. Llama al fútbol, muy acertadamente, "la recuperación semanal de la infancia". Recuerda que Guillermo Cabrera Infante lo odiaba, parado con su habano entre los labios, a medio camino de la poca tradición futbolera cubana y de la fundacional historia futbolística inglesa, en cuya capital vivió la mitad de su vida. Por momentos se pone bien primitivo en su descripción del enemigo eterno, el Barcelona, diciendo de él que "han vivido tantos años instalados en la derrota, su verdadera meta y lo que les permite poner en práctica su mayor afición: la Queja". Este comentario ponzoñoso fue escrito en 1994, el mismo año de la, precisamente, derrota catastrófica del Barza de Johan Cruyff en la final de la Champions League de Atenas contra el Milan de Fabio Capello. Y apenas dos años después de haber ganado el mismo equipo su primera "orejona", en aquella recordada final contra la Sampdoria, la de aquel legendario gol de tiro libre del holandés Ronald Koeman. Está claro que a mediados de la década siguiente hablar de tradición de la "derrota" de los equipos de Ronaldinho y Messi es, como mínimo, un anacronismo, cuando no una blasfemia. Pero para ello hubo que ganar tres Champions. Hubo que ganar, repito.

Recuerda Marías también la presentación de aquel libro precursor en español que fue la antología de cuentos de fútbol publicada por Jorge Valdano, en donde también participó Roa Bastos (con un cuento definitivamente menor, hay que decirlo, "El crack"), junto a Miguel Delibes, Mario Benedetti y otros. En ese artículo de 1995, Marías cuenta que le había llegado un exclusivo catálogo de primeras y caras ediciones de grandes escritores del siglo XX como Virginia Woolf, James Joyce o Rudyard Kipling. Pero que en ese catálogo lo que más llamó su atención fue la autobiografía del húngaro Ferenc Puskas, un ídolo "blanco" de su infancia. Llamó a Londres a pedir el libro, pero no solo ya había sido vendido sino que era el libro -por sobre Joyce, por sobre Woolf- que más pedidos tenía. Evidentemente, a algunos el fútbol no les dice nada. A otros, les dice más que Finnegan's wake u Orlando.

Juan Cruz es buen periodista. Es también novelista, pero no conozco su obra de ficción. Además, durante muchos años fue coordinador de comunicación del grupo editorial Santillana, lo que le permitió estar cerca de una gran cantidad de escritores hispanoamericanos y de otras latitudes, experiencias deliciosas que cuenta en su libro Egos revueltos. La vida literaria: una memoria personal. Hace poco publicó Viaje al corazón del fútbol, un libro de conversaciones con escritores y personalidades de la cultura y la política sobre el Barcelona.

Allí, por ejemplo, Cruz entrevista a Juan Marsé, un novelista para quien Barcelona es una ciudad, pero sobre todo un enjambre de barrios donde se practica cotidianamente tanto el amor como el fútbol (nada más hay que recordar Últimas tardes con Teresa, el libro que, dicho sea de paso, estaba leyendo la noche que nació Ámbar en los pasillos atestados de IPS). Durante el mismo almuerzo, habla con Enrique Vila-Matas. Cuenta que en su adolescencia encontró en la calle junto a un amigo a Flotats, un ídolo del Barcelona de los años 50 y 60. "Con gran emoción lo paramos y le preguntamos: '¡Flotats!', ¿dónde vas?'. 'Voy de putas, ¿pasa algo?, nos soltó", cuenta el autor de Historia abreviada de la literatura portátil. El mismo escritor recuerda quién hizo el primer gol en el Camp Nou, el 24 de septiembre de 1957: el paraguayo Eulogio Martínez. No es el único escritor que recuerda al popular "Coquito". Pero tampoco es el único paraguayo recordado. Cruz le pregunta al escritor mexicano Juan Villoro: "¿Hay un instante definitivo en que tú percibes que ese va ser el equipo de tu vida?". Y Villoro contesta: "En 1962, yo tenía 6 años, el Barza de Cayetano Re vino a México y lo vu jugar". Así de simple.

El inglés Michael Robinson hace retransmisiones del fútbol español. Jugó en Osasuna y fue un ídolo del Liverpool. Cruz le hace una pregunta muy inteligente, más sobre el fútbol en general. Le consulta sobre si se aprende también jugando al fútbol. Su respuesta, entre otras cosas, dice: "Hay futbolistas muy brillantes que nunca elevan el capó del fútbol porque piensan que el fútbol se resuelve en 'dámelo, que voy a driblar a esos seis'. Y no tiene ni zorra idea de cómo va el fútbol, sólo que su brillantez individual resuelve todos sus problemas. (...) Tenemos un caso en esto ahora en el Madrid, Cristiano Ronaldo. Es que no tiene la menor idea. (...). Él coge el balón y piensa, yo me voy de los que se me pongan por delante y la chuto desde treinta y cinco metros. Es inconsciente con respecto a lo que pasa a su alrededor, no sabe si está desuniendo o uniendo al equipo, jugando de forma indebida. Porque él, ¿para qué va a levantar el capó del fútbol? No hace falta, dámela y yo driblo". Brillante.

Los libros de Cruz de Marías muestran, si hace falta, que el olvido no forma parte de la literatura ni del fútbol. Y que ambas se mezclan hasta cuando son agua y aceite.