28/5/15

Nicolás Leoz: El hombre “dulce” de la plata dulce de la corrupción

Investigado. Leoz pasó de ser un mimado de los negocios de las multinacionales a ser requerido por la FBI
Nicolás Leoz dijo en la presentación de su libro de memorias, titulado Pido la palabra (Buenos Aires, 2001), que nació en un ignoto pueblito del Paraguay llamado Pirizal, a 78 kilómetros del chaqueño Puerto Casado, en donde vivían “quinientas personas y tres mil indígenas”. Así es, básicamente, Nicolás Leoz: existen para él las “personas”, por un lado, y los “indígenas”, por el otro. El hecho lo contó el escritor uruguayo Eduardo Galeano en un brillante resumen del Mundial 2006[1]. Alguien se lo habrá contado a él, sabedor de la obsesión del autor de El fútbol a sol y sombra por las paradojas. De alguna manera pictórica, se me ocurre, esta frase lo muestra a Leoz de cuerpo entero, de tamaño natural, aunque muchos (periodistas, empresarios, políticos) lo hayan visto siempre con la mirada emocionada del hagiógrafo: la del que mira y admira a un santo. Para él todo ha sido siempre una cuestión de números. Quinientos. Tres mil. Setecientos mil. Un millón. Millones.

Este hombre fuerte del fútbol sudamericano llegó al máximo órgano rector del fútbol mundial, la FIFA, luego de arrancar su carrera como dirigente en el Club Libertad, el mismo en el que comenzó su meteórico ascenso de cabecilla deportivo (y político), el actual presidente del Paraguay, Horacio Cartes. Bajo su gerenciamiento se puso el nombre de Leoz al estadio de la institución. A su vez, Alfredo Stroessner, el dictador paraguayo, era hincha del equipo albinegro. La única vez que éste ganó el campeonato paraguayo (1976) mientras Stroessner fue presidente del país, Leoz a su vez presidía el club, y Alfredo Stroessner (h) era su vicepresidente. Tiempo después fue aquél quien recibió a Leoz en Palacio de López cuando la selección paraguaya ganó la Copa América de 1979: éste ya era presidente de la entonces Liga Paraguaya de Fútbol. Simples casualidades de tres presidentes, que le llaman.

Ka'a he'e, Cargill y Coca-Cola 

Hoy Leoz, retirado de la dirigencia, es un exitoso empresario en el rubro de la producción y exportación de stevia rebaudiana (ka’a he’ê). La imagen de la inauguración de la planta industrial en Ypacaraí de su empresa NL Stevia, a fines de 2008, ocupó las portadas de los principales periódicos, como un ejemplo de inversión y “apuesta al país”. (Estaba acompañado del entonces presidente Fernando Lugo, como estuvo acompañado en las fotos de cuantos presidentes hayan pasado por Mburuvicha Róga, la casa presidencial. Todos le han rendido pleitesía). Leoz encarnó siempre para el periodismo más básico del área económica una especie de mesías de cuya mano llega al Paraguay, indefectiblemente, la salvadora “inversión extranjera”. Trajo la Conmebol, el Museo del Fútbol, un hotel y una nueva planta industrial asociada a la empresa sueca Granular SA. Es un "solidario" hombre de negocios.

El socio comercial principal de Leoz en la venta de la producción primaria de ka’a he’ê es Cargill, proveedora a su vez de Coca-Cola. Solo un año antes de la habilitación de la planta de Ypacaraí, la multinacional del agronegocio comenzó a urdir el plan de negocios en torno a la planta de origen (y nombre) guaraní. “En mayo de 2007, Cargill y The Coca-Cola Company se asociaron para comercializar un nuevo producto derivado de la planta del ka’a he’ê […]. Sigilosamente, al poco tiempo la compañía Coca-Cola presentó 24 pedidos de patentes en Estados Unidos sobre este ingrediente y así desarrollar exclusivamente el edulcorante en bebidas a través de la marca ‘Truvia™’. Para Cargill, este nuevo negocio representa la oportunidad de mantener exclusividad para comercializar el edulcorante en yogures, cereales, helados y dulces, y desplazar a algunos de sus competidores históricos del sector agroalimentario, tales como Arche-Daniels-Midland Company (ADM), el mayor productor de jarabe de maíz, y NutraSweet”[2], cuenta en un artículo el investigador Gustavo Torres. Es central, entonces, la posición de la empresa de Leoz en la competencia por patentes de uso exclusivo de plantas medicinales autóctonas, en este caso del Paraguay, por parte de multinacionales en la industrialización de sus productos. El ka’a he’ê es utilizado ancestralmente por los indígenas al que el dirigente deportivo paraguayo no considera “personas”; pero hoy tiene, gracias a él, copyright estadounidense.

Últimamente, su interés es también inmobiliario: el 28 de abril pasado, el titular de Ferrocarriles del Paraguay S.A. (Fepasa), Roberto Salinas, confirmó que Leoz está interesado en “invertir” en la zona de la franja de dominio del ferrocarril moderno que se prevé pasará, precisamente, por donde la Confederación Sudamericana de Fútbol tiene sus oficinas, en Luque. Diversas voces hablan de que detrás del proyecto de ley que fija en 40 metros de tierra (20 a ambos lados), los territorios que serán afectados por la construcción de las líneas, existiría un “negociado” inmobiliario que terminaría beneficiando de manera alevosa a capitales como los de Leoz. A él le interesa, según el propio Salinas, desarrollar proyectos comerciales en el área de influencia de las instalaciones de la Conmebol [3].

Inmunidad del edificio de la Conmebol: un regalo paraguayo

Estas instalaciones están en donde están no por mera casualidad. En 1993, la Municipalidad de Luque, presidida por el colorado Vicente Cáceres, donó a la Confederación Sudamericana de Fútbol un predio de 42.000 metros cuadrados. El 31 de enero de 1994 se dio la palada inicial, y casi dos años después, en noviembre de 1995, comenzó la construcción del edificio de nueve pisos, inaugurado el 23 de enero de 1998. En aquella oportunidad, el presidente de la República del Paraguay, el también colorado Juan Carlos Wasmosy, se refirió a Leoz como “un paraguayo ilustre que enaltece su país”. Menos de un año antes, el Congreso paraguayo, con mayoría partidaria de Wasmosy, concedió a la sede de la Conmebol algo que ningún otro país democrático estaría en condiciones de conceder: aprobó la Ley 1070 que otorga al edificio el mismo alcance que la Convención sobre Privilegios e Inmunidades de las Naciones Unidas. Dicha Ley paraguaya vigente tiene cuatro artículos: 

Artículo 1 - Concédese a la Confederación sudamericana de fútbol (C.SFf) la inviolabilidad de su local permanente, situado en el municipio de la ciudad de Luque.
Artículo 2 - Extiéndase la prerrogativa de la inviolabilidad de su local a sus bienes, archivos, documentos y papeles existentes en el mismo.
Artículo 3 - La inviolabilidad dispuesta en esta Ley, tiene el mismo alcance que la establecida en las secciones 3 y 4 de la Convención sobre los Privilegios e Inmunidades de las Naciones Unidas, ratificada por Ley n° 11 del 19 de febrero de 1952.
Artículo 4 - Comuníquese al Poder Ejecutivo - Aprobada por la Honorable Cámara de Senadores el Veinte de Diciembre del año un mil novecientos noventa y seis y por la Honorable Cámara de Diputados, sancionándose la Ley, al veintinueve de mayo del año un mil novecientos noventa y siete [4].

La Ley fue publicada el 19 de junio de 1997. Rubricada por las firmas del presidente de la Cámara de Diputados, Atilio Martínez Casado, y el presidente de la Cámara de Senadores, Miguel Abdón Saguier, ambos correligionarios de Nicolás Leoz en el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA). Además, llevan las firmas de Wasmosy, y del entonces Ministro del Interior, Atilio R. Fernández.

Blindado. Leoz consiguió para el edificio de la Conmebol el mismo estatuto que los locales de la ONU.
Según la Convención de las Naciones Unidas, en su artículo II, sección 3, “los locales  de las Naciones Unidas serán inviolables. Los haberes y bienes de las Naciones Unidas, dondequiera que se encuentre y en poder de quienquiera que sea, gozarán de inmunidad contra allanamiento, requisición, y expropiación y contra toda forma de interferencia, ya sea de carácter ejecutivo, administrativo, judicial o legislativo”. En el local existe una placa que certifica el carácter "inviolable"[5].
               
Dieciocho años después de aquellos regalos paraguayos para la Conmebol (terrenos y Ley, gestionados por el propio Leoz), el hombre que llevó los destinos de la institución continental por más de un cuarto de siglo es investigado por las justicias suiza y estadounidense. Es requerida su extradición por parte de las autoridades norteamericanas por los delitos de fraude, fraude en giros, conspiración para lavado de dinero, lavado de dinero y obstrucción de la justicia.

Las marcas y el fútbol: negocio oscuro

Se puede decir que la génesis de esta historia es el romance entre la FIFA y las marcas, entre el fútbol y el mercado, que coincide exactamente con el arribo de un hombre a la presidencia de la FIFA en 1974. E ese mismo hombre fue quien dio la palada inicial aquella lluviosa mañana del 31 de enero de 1994 en Luque, cuando todavía no existía el “inviolable” edificio de la Conmebol. En la foto de aquel día está al lado de Leoz, mientras Eugenio Figueredo (otro de los acusados hoy) le sostiene un paraguas, atento y servicial, para que no se moje. Ese hombre se llamó Joao Havelange.

Dueño del planeta fútbol. Joao Havelange concibió el fútbol como negocio.
Como contó David García en un artículo publicado en El Dipló, Havelange era el hombre de las marcas. El 11 de junio de 1974 la candidatura del brasileño, impulsada por las empresas, llegó a buen término y fue elegido presidente de la FIFA. Mientras se jugaba el Mundial de Alemania ese año, Horst Dassler, presidente de Adidas France, distribuyó “un fajo de billetes entre los delegados todavía indecisos o susceptibles de captar otros votos para incitarlos a sostener a Havelange”, según cuenta Andrew Jennings, en Carton rouge! Les dessous troublants de la FIFA (citado por García). Fue el mismo Dasler el que fundó, en 1983, la empresa International Sport and Leisure (ISL), dedicada a gestionar derechos de transmisión televisiva de eventos deportivos. No los transmitía él: los revendía a precios de ensueño. Dasler (y sus socios comerciales de la FIFA) es el responsable directo de que, hoy mismo, solo quienes paguen puedan ver los partidos de la Copa Libertadores de América 2015, según el mismo modelo empresarial adoptado por la Conmebol bajo la presidencia de Nicolás Leoz (1986-2014). ISL quebró fraudulentamente en 2001, y ese fue el principio del fin para varios dirigentes de la FIFA[6].   

Casi nadie lo consignó en la prensa paraguaya –adoradora impenitente del empresario Leoz, del “patriota” Leoz-, pero el primer nombre que surgió en la investigación suiza en esta historia de sobornos, allá por 2008, fue el suyo. Jean-Marie Weber, amiguísimo de Joseph Blatter, era vicepresidente de la FIFA, cuando junto a otros cinco dirigentes fue imputado por el desvío de 70 millones de euros pagados por las cadenas televisivas Globo (Brasil) y Dentsu (Japón), en concepto de derechos de televisación de las Copas del Mundo de 2002 y 2006.  Weber no quiso revelar los nombres de quienes habían recibido sobornos en el proceso, pero a alguien se le escapó la lengua y el nombre del paraguayo (quien según creía la justicia suiza en ese entonces, había cobrado 147.518 euros), y el del ex presidente de la Federación de Fútbol de Tanzania, Muhidin Ndolanga (11.138 euros), fueron los más comprometidos. “Durante la audiencia, los seis acusados terminaron admitiendo que en la década anterior a la quiebra de ISL pagaron unos 96,2 millones de euros de sobornos, vía una cuenta del banco LGT de Liechtenstein, pequeño paraíso fiscal situado en el corazón de la vieja Europa. En su descargo, la legislación helvética no prohibía las comisiones al momento de los hechos. Por lo que los antiguos dirigentes de ISL y sus ‘socios’ [entre ellos Nicolás Leoz] de la FIFA fueron reconocidos como responsables pero... no culpables”, cuenta García en su artículo.

En 2013, el mismo Leoz reconoció esa responsabilidad en una investigación interna de la propia FIFA. “En cuanto al Dr. Leoz, éste alegó que todo el dinero recibió del ISL lo donó a un proyecto escolar, pero lo hizo hasta enero de 2008, ocho años después de haberlo recibido. En todo caso, Leoz no fue completamente franco con el Comité Ejecutivo de la FIFA en una sesión que se celebró en diciembre de 2010 ni tampoco con Michael J. García cuando se entrevistó con él con motivo de este análisis”[7], es lo que informó Hans-Joachim Eckert, quien presidía el órgano de decisión de la FIFA sobre el caso de los sobornos. Con ese “dictamen”, la FIFA cerró el caso. Leoz fue “invitado” a abandonar su cargo en el órgano con sede en Zurich, e hizo lo propio en la Conmebol, alegando simplemente “cansancio”.

Buscado por la FBI

Pero la justicia suiza no se quedó cruzada de brazos. Y había encontrado en el camino una silenciosa aliada: la de los Estados Unidos. ¿Por qué? Pues porque para la FBI y la Fiscalía norteamericanas hubo lavado de dinero mediante entidades bancarias y financieras de los Estados Unidos en los pagos hechos. Es decir, para la fiscal general estadounidense Loretta Lynch los delitos se cometieron en territorio de su país. Para colmo, con un desparpajo de impunidad muy al estilo paraguayo, Leoz reconoció que recibió 130 mil dólares, los que destinó a “cuatro escuelas indígenas”: justo a aquellos niños a los que no considera “personas”. Solo que ahora la investigación habla de 600 mil dólares más. Y todavía no se habla de los supuestos sobornos recibidos en torno a la adjudicación del Mundial de 2022 a la petrolera Qatar, en un idilio entre la FIFA y el mundo árabe más conservador, que comenzó cuando denominaron en 1992 Copa Rey Fahd (rey de Arabia Saudita, país violador de derechos humanos básicos y aliado estratégico de los Estados Unidos) al torneo de campeones de confederaciones previo al Mundial (precisamente) de Estados Unidos en 1994. Pero de lo que sí se habla en las 162 páginas del texto de la denuncia que dio a conocer el Departamento de Justicia de aquel país, es  que “Durante la presidencia de Nicolás Leoz (1986-2013) la Conmebol desarrolló una lucrativa relación comercial con Traffic [empresa dedicada a la transmisión televisiva] (…). Desde principios de los años 90, los directivos de Conmebol, incluido Nicolás Leoz, empezaron a solicitar coimas a cambio de tomar varias medidas, incluida la renovación de los contratos (televisivos) por la Copa América”[8]. Lo que incluyó todas las Copas entre 1993 y 2011, en medio la realizada en Paraguaya en 1999. Y los pagos fueron hechos desde Estados Unidos, mediante el Delta National Bank del estado de Florida. ¿En qué banco recibía el dinero Leoz, en Asunción? En el Banco do Brasil. ¿Recuerdan qué institución funcionó en su edificio de la calle Nuestra Señora de la Asunción y Oliva, en la capital paraguaya? Pues, hasta la construcción del edificio en Luque, en el mismo edificio que la entidad bancaria funcionaban las oficinas administrativas de la Confederación Sudamericana de Fútbol. “Nicolás Leoz solicitó y recibió sobornos de Traffic en conexión con cada Copa América desde esa fecha hasta el 2011. Los pagos fueron incrementándose a través del tiempo, hasta el punto de alcanzar figuras de 7 números en millones de dólares”, cuenta el diario Abc Color.

Pagos ilegales. Leoz habría cobrado los sobornos mediante el Banco do Brasil de Asunción, en cuyo edificio funcionó durante años las oficinas de la Conmebol.
El periodismo corporativo paraguayo casi que no sale de su asombro ante este proceso internacional abierto contra alguien a quien, desde hace más de 30 años, considera un “prohombre de la patria”. Pero lo que ese periodismo debería preguntarse es que si ante este esquema de corrupción instalado en la FIFA, a partir del modelo de negocios que ha adoptado para regir el fútbol internacional, no es posible conjeturar que en el seno de la Conmebol (imitador temprano de dicha estrategia, de la mano de Leoz) también hubo cosas turbias sucedidas en todos estos años. Claro que, en este caso, habrá que preguntarse además otra cosa: ¿Es posible investigar, allanar el local de la Conmebol cuando el propio Leoz se ha encargado, hace dieciocho años, de blindar al mismo mediante una amistosa Ley concedida por sus amigos de la clase política paraguaya de entonces y de hoy? En el mismo proceso abierto contra él, el Estado paraguayo se ha encargado de ponérsela difícil a los acusadores de Leoz para buscar pruebas documentales en el edificio de Luque, acerca de su responsabilidad en el delito de que se le acusa. Y, por qué no, tal vez corresponda legítimamente preguntarse de dónde proviene la fortuna de Nicolás Leoz, aquella que le ha permitido invertir en la stevia rebaudiana, en inmuebles, en la industria farmacéutica y médica.

En cualquier caso, y a pesar de inmunidades de regalo, no amanecerá tranquila la Conmebol durante los próximos meses. Hasta es probable que aquellos indígenas mbya guaraní que sobreviven en la miseria en los alrededores del edificio del ente del fútbol sudamericano, sientan el aire enrarecido que hay allí. Su retirado vecino de los últimos años, quien probablemente los miraba con indiferencia desde uno de los ventanales de una de las nueve plantas de su flamante y orgullosa construcción, es probable que hoy quiera ser menos “persona jurídica” que los que él mismo consideraba a “esos” que pasean su miseria por el barrio del fútbol sudamericano.



[1] http://www.pagina12.com.ar/diario/deportes/8-69984-2006-07-16.html.
[4] www.bacn.gov.py/pdfs/20140926121831.pdf.
[5] Conmebol, 2001, Confederación Sudamericana de Fútbol, págs. 241-251, Asunción, 2001.
[6] http://www.eldiplo.org/index.php?cID=2000695.
[7] http://www.abc.com.py/deportes/futbol/se-cierra-caso-isl-tras-salida-de-havelange-y-leoz-566840.html.
[8] http://www.abc.com.py/deportes/futbol/coimas-en-cada-copa-america-1370965.html.