11/6/14

El balón como la rueda de la Historia


Quienes disfrutamos de los libros y del fútbol por igual, sabemos que el Mundial de Brasil -que comienza mañana, y aunque no estará Paraguay, por obra y gracia de la tríada infame Chiqui-Napout-Pelusso- hará disminuir nuestras horas de lectura diaria, crecer las dedicadas al televisor y a las discusiones de la “previa” y del “tercer tiempo”. Pero hay momentos en que el placer de la lectura y el del fútbol se dan en el mismo momento, de lo que resulta una especie de quintaesencia del hincha y del lector. Para las crónicas futboleras cargadas de literatura: Eduardo Galeano y Juan Villoro. Para el relato de ficción de historias extraordinarias en torno al balón:  Roberto Fontanarrosa y Eduardo Sacheri. Para ambas cosas, Osvaldo Soriano. Para el dato preciso, la estadística, la tentación de lo insólito: Luciano Wernicke.

Este periodista argentino, nacido en 1969, es un apasionado del fútbol (cuando no un “enfermo”, apelando al origen latino de la palabra “pasión”: pati, padecer). Ha publicado cuatro libros, los tres primeros ilustrados por el mismo Fontanarrosa: Curiosidades futboleras (1966), Curiosidades futboleras 2 (1997) Fútbol increíble (2001), Nuevas curiosidades futboleras (2008). El quinto es de 2010, y lleva por título Historias insólitas de los Mundiales de Fútbol. Ahora hay una nueva edición del libro, ampliada y actualizada.

Wernicke repasa la historia y la intrahistoria de los Mundiales, en apartados que recogen anécdotas de las más diversas facetas de este deporte: su relación coyuntural con la política, con la cultura, con las finanzas, con la cotidianidad de la gente. Este fútbol que es un negocio fecundo para las grandes empresas (entre ellas la misma todopoderosa FIFA), pero también es la genuina manifestación de un fervor popular nacional pocas veces visto en tiempos de la (supuesta) muerte de las ideologías nacionalistas e internacionalistas, en provecho de la persistencia de una sola: la del  ubicuo mercado.

Algunas postales inolvidables


Se puede leer por ejemplo, y con detalles, acerca de: El canto de Gardel en la concentración de las selecciones de Argentina y de la local, en Uruguay 1930; todas las selecciones haciendo el saludo fascista obligatorio, para honrar al dictador Benito Mussolini, en Italia 1934; el origen judío del austriaco Mattias Sindelar, llamado el “Mozart del fútbol”, quien se negó a jugar por la Alemania nazi y se suicidó, luego de ser perseguido por las SS, poco después de Francia 1938; Obdulio Varela paseándose por los bares nocturnos de Río, luego de la hazaña del Maracanazo, y levantando el ánimo a los brasileños en las calles, en Brasil 1950; la mujer alemana que pedaleó 300 kilómetros su bicicleta para llegar a Basilea y ver el partido entre su selección y la estupenda Hungría de Puskas, en Suiza 1954; la flamante radio que Garrincha compró y que el masajista del plantel le dijo que solo sirve para los que hablan sueco, quedándose el galeno con ella, ante un doblemente “estafado” jugador, en Suecia 1958; el abrazo emocionado del chileno Eladio Rojas al mítico arquero Lev Yashin, luego de marcarle un gol, en Chile 1962; entre otras  anécdotas hasta el Mundial de Sudáfrica 2010.

Récords de Paraguay

Cada capítulo, dedicado a un Mundial en particular, hace repaso de los récords que se han dado en el mismo, en aspectos estrictamente futbolísticos. Paraguay posee tres: en las Eliminatorias (que son consideradas la fase previa de un Mundial) para México 70, el 31 de agosto de 1969, se enfrentaron en el estadio Maracaná, de Río de Janeiro, Brasil y Paraguay. El resultado, 1 a 0 para la fantástica selección de Pelé y compañía.  Pero lo especialmente recordable es que en ese partido se dio la mayor marca de asistencia a un partido mundialista: 183.341 personas pagaron sus entradas. El segundo récord: en la tarde del 11 de junio de 1986, en Toluca (México), el irascible y recordado Cayetano Ré se convirtió en el primer director técnico expulsado en la fase final de un Mundial, por parte del árbitro búlgaro Bogdan Dotchev. El tercero, más cercano y doloroso: el primer “gol de oro” de la historia de los Mundiales lo recibió Paraguay, marcado por Laurent Blanc, luego de 113 minutos de férrea defensa, en el partido que por los octavos de final de Francia 98 jugaron el local y Paraguay. 
Cayetano Ré en el banco durante México 86.
 
Un libro para reír, el de Wernicke; para recordar, pero también para reflexionar sobre este deporte, tan densamente anclado en lo más profundo de nuestras pulsiones culturales.