¿Quién iría a pensar
-me dijo una vez un hombre en un bar asunceno-
que la mujer que amé por tantos años,
sobre el lodo y sobre la arena de un mar lejano,
habría de llamarme un día para decirme
que California es tan pero tan bella
que se quedaría a vivir allí el resto de su vida?
Desde aquella llamada –concluyó-
pienso todos y cada uno de los días de mi vida
qué tendrá California de tan bella.
Ufa! La marca que nos deja el amor... y sus peripecias...
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