
A César Vallejo,
que era un poeta no menor de la antología,
le pegaban.
Es casi seguro
que lo hicieran en París
los días jueves,
mientras los fugaces aguaceros
empapaban las ventanas
y el peso de la pluma
le hacía tener hijos que eran sonetos sobre la muerte.
A mí,
que no soy César Vallejo
y no merezco siquiera ser antologado,
también me pegan,
durísimo.
Lo hacen casi sin concesiones en Asunción,
en cualquier día de la semana
-pero con cierta preferencia los domingos-
mientras el sol dormita
o se encabrita por no morir en el crepúsculo,
y la pluma abre la memoria para ser herida abierta
entre mis manos.
que era un poeta no menor de la antología,
le pegaban.
Es casi seguro
que lo hicieran en París
los días jueves,
mientras los fugaces aguaceros
empapaban las ventanas
y el peso de la pluma
le hacía tener hijos que eran sonetos sobre la muerte.
A mí,
que no soy César Vallejo
y no merezco siquiera ser antologado,
también me pegan,
durísimo.
Lo hacen casi sin concesiones en Asunción,
en cualquier día de la semana
-pero con cierta preferencia los domingos-
mientras el sol dormita
o se encabrita por no morir en el crepúsculo,
y la pluma abre la memoria para ser herida abierta
entre mis manos.
este me gusto muchisimo
ResponderEliminarun abrazo hermano
Uuuuy... no se porque me hizo acordar al poema del domingo triste de Buesa.
ResponderEliminarVallejo simpre pega duro!
ResponderEliminarun abrazo!