2/4/12

"Los sicarios": El espejo roto de la clase media


Desde los lejanos días de Balzac, es costumbre  encontrar en las literaturas nacionales (si dicha categoría todavía existe, si alguna vez existió) los narradores, los cronistas de la burguesía de cualesquiera países. El entusiasmo de Marx por las novelas del escritor francés como fuente de análisis sociológico es el primer ejemplo que conozco del entusiasmo del lector crítico  por reconocer el universo de una clase social, en este caso hegemónica, mediante la literatura. Ya con el transcurrir del siglo XX y del que ahora vivimos, se han dado apariciones de narradores de la clase media, de los excluidos, de las minorías sexuales, etc., etc. Todo eso menos en Paraguay, que sí ha tenido sus grandes narradores de la realidad campestre, de la lógica feudal alejada del desarrollo capitalista común y corriente, pero muy poco de los enclaves sociales emergentes de un país, o una ciudad como Asunción, que alberga a la Chacarita y a Villa Morra.
 

Por eso, libros como Nobis (2010), de Juan Ramírez Biederman, que reconstruye los mitos del barrio; o ahora  Los Sicarios, de Jorge Rolón Luna, que restituye honores épicos a una clase media regodeada en los placeres de la carne,  la violencia y el prejuicio,  son plausibles y logrados ejercicios de alucinada mimesis literaria.
 

Rolón Luna, en catorce cuentos, llena el espacio de la ficción de vecinos solitarios,  husmeadores de  basurales, putas que misteriosamente no cobran por un momento de placer en los taxis, escritores underground que proclaman que “el  Tercer Mundo ya perdió  para siempre”,  desmitificadores de lunes que huyen de sus esposas para tomar alcohol y contar hazañas sexuales, sicarios cuyo oficio  es desbancado por el destino, cínicas conversaciones austerianas entre un escritor y su creación. Es decir, las glorias y las miserias clasemedieras de un país, Paraguay, y una ciudad, Asunción, que no son nombrados nunca como tal, en un juego de máscaras, maquinado o no, que funciona  muy bien para lectores de cualquier lugar y tiempo, aunque evidentemente la franja temporal a que hacen alusión los relatos van desde principios de los 90   hasta la década que acaba de pasar.

¿Los relatos más logrados? "Acerca  de la existencia del Diablo, por su sutil manejo del ritmo", de los diálogos que no suenan poco naturales como suele pasar en la narrativa paraguaya marcada por el bilingüismo; "Noche de luna negra", por el querible personaje urdido; Los sicarios, por su aceitado mecanismo; "El  fracasado I", por hurgar con chispa en el siempre movedizo mundo del fútbol.
 

Tal vez Los Sicarios tenga más cuentos de los que merezca tener el volumen: hay dos o tres que no cuajan, evidentemente escritos en épocas distintas a los del núcleo fuerte que sostiene el libro.
 

Aún así, estos son relatos que   algún Marx de los suburbios debería leer: porque dicen mucho de la realidad paraguaya.

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