2/4/12

"La casa vacía": un libro irregular


Hay estrenos literarios que sorprenden, así como los hay que pasan desapercibidos. Hay comienzos de una carrera que suelen envalentonar a los críticos en su vena profética (que no tiene por qué convertirse en profesión de fe, pero suele ser así), para luego ser desautorizados por el futuro, así como también ser  reconocidos por la eficacia agorera de  su exégesis.  Pero eso es lo de menos. Finalmente, solo quedan la literatura y los lectores.

El primer libro del periodista y escritor Mario Ferreiro, El tranvía (Criterio, 2009), mostraba el despunte de un narrador fresco, inquieto y decidido en  su entusiasmo por desplegar su abanico temático, con dos o tres muestras valiosísimas de la narrativa paraguaya del siglo XXI, apelando a personajes atractivos, desarrollando una tradicional veta histórica, y honestidad y cinismo juntos, bien aplicados,  con respecto a  ciertos mitos culturales e históricos del Paraguay.


Ahora Ferreiro ofrece al lector su segundo manojo de cuentos, La casa vacía (Criterio, 2012). Son siete de nuevo, como en el primer libro, más dos relatos agrupados en un apartado denominado “Semblanzas”.  A primera vista, los textos no se salen de la línea del primer libro, aunque eso mismo pueda hacer que parezcan, en algunos casos, relatos que fueron desechados   para el primer libro, de tres años atrás. 

La tentación autobiográfica es una señal típica de la narrativa de nuestro siglo. Aún más: Ferreiro, probablemente, cae en el error de querer explicar las motivaciones existenciales de sus cuentos  en la “Breve guía para leer este libro”, en donde recluye la imaginación del lector a los límites impuestos por las posibles peripecias  de la vida del hombre público llamado Mario Ferreiro. La literatura, se sabe, no debe rendir cuentas a nadie, ni siquiera a uno mismo. Sale a la vida, y el resultado será lo que el lector  haga con ella, ni más ni menos. Se dirá que hasta Borges  cayó en dicha tentación. Es cierto. Pero él sentía que su deber “explicativo” tenía más que ver con sus deudas literarias con escritores de otras épocas, antes que con las aventuras de su propia vida, de las cuales de hecho abominaba.


Aun así,  hay unos cuantos relatos que no desmerecen el nivel del primer libro del autor. "El robo del siglo", a pesar de su final con recurso típico de finales, tiene el gran mérito de hacer una arriesgada y feliz intertextualidad con Chico Bizarro y las Moscas, la novela de Mónica Bustos, teniendo a un raramente irascible Roa Bastos como protagonista; "El blues del renegado" (que bien hubiera podido estar entre los relatos de la sección “Semblanzas”), es una repetitiva pero interesante oda a la juventud ociosa de los años 70 y 80, en un lugar en particular de Asunción, Barrio Jara, en un cuento disfrazado, a su vez, de homenaje al fallecido intelectual paraguayo Luis León Bareiro; y, finalmente, quizá uno de los textos más redondos del libro: "El Clown", una reconstrucción  de las horas del Gral. Juan Domingo Perón en la cañonera paraguaya Humaitá, luego de ser derrocado por  la oligarquía militar argentina, en 1955.


La casa vacía puede ser considerada una obra irregular en su factura, sin la solidez del primer libro de Mario Ferreiro. Aun así, aporta (otra vez) un par de relatos demostrativos   de las interesantes tendencias de nuestra narrativa contemporánea.

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